Cómo motivar a un adolescente para que practique ejercicio físico
Al practicar ejercicio físico hay una mejora del rendimiento académico, la autoconfianza, el autocontrol, la imagen corporal es más positiva y aumenta la responsabilidad, entre otros beneficios.
Se inicia un nuevo curso y las cifras de adolescentes que abandonan el ejercicio físico seguirán creciendo, así como los índices de obesidad en la etapa infantil y adolescente. En las dos últimas décadas, los datos nos indican que los índices de obesidad, por falta de ejercicio y mala alimentación, se han triplicado. “Los estudios han demostrado que un niño que es obeso entre los 10 y 13 años tiene un 80 por ciento de probabilidades de convertirse en un adulto obeso”, de acuerdo con la Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente.
La psicóloga y cofundadora de Haztúa Psicología Positiva, Rosana Pereira, explica que los estudios que se han realizado y que relacionan la actividad física y la salud mental arrojan resultados muy favorables (Folks y Sime, 1981).
“Al mejorar la forma física también se mejora el auto concepto y aumentan los estados emocionales positivos. Concretamente, hay una mejora del rendimiento académico, la autoconfianza, el autocontrol, la imagen corporal es más positiva y aumenta la responsabilidad, entre otros beneficios”, añade.
CÓMO MOTIVAR A UN ADOLESCENTE
Rosana Pereira afirma que es bastante normal que “quienes han estado realizando actividades físicas de manera habitual mientras eran más pequeños, tiendan a dejarlas un poco más de lado al llegar a la adolescencia”.
A medida que crecen, crecen las exigencias del tiempo que deben invertir en tareas escolares y también aumentan sus relaciones sociales y sus intereses en otros ámbitos. Todo esto hace que quieran reducir (o eliminar) el tiempo que dedican al deporte.
“Ante esta situación”, prosigue, “es preferible adoptar una actitud comprensiva y ayudarles a hacer una distribución más equilibrada del tiempo libre que imponer nuestro criterio”.
El objetivo es tratar de negociar que no haya un abandono completo. Lo más importante es que sigan amando la actividad física y no lleguen a aborrecerla porque le ha sido impuesta. Así será más probable que más adelante vuelvan a retomar, voluntariamente y con motivación renovada, la actividad física, aconseja.
EL PAPEL DE LOS PADRES
El papel de los padres será el de “guiar y no imponer. Ser ejemplo de aquello que queremos ver en nuestros hijos e hijas. Si los padres vamos en coche a tirar la basura, fumamos y bebemos y coleccionamos hábitos poco saludables, no podemos pretender que se sientan inspirados por nuestra influencia”, recuerda.
La psicóloga añade que “sobre todo, no podemos imponerles nuestros sueños. Para llegar a ser un o una deportista de élite, la motivación tiene que ser principalmente interna. Por ejemplo, el sacrificio y la dedicación que les va a suponer llegar a lo más alto no se pueden sostener en nuestras ganas de que triunfen o en nuestra creencia de que son futuras estrellas del deporte”.
“Y forzarles a realizar un deporte solo va a servir para que aumenten las posibilidades de que acaben odiándolo”, asegura.
SENTIDO COMÚN
Pereira aconseja usar el sentido común y ayudarles a pensar en lo que es mejor sin imponer nuestro criterio. En estas edades ya no sirve el ‘porque yo lo mando’, ni ridiculizar, ni amenazar… aunque se siga utilizando. Es mucho más efectivo permitirles que tomen decisiones y ayudarles a volver al camino perdido sin hacerles sentir unos fracasados por no haberlo logrado.
“El amor por el ejercicio y la actividad física no se puede imponer. Funciona mucho mejor el ejemplo y el hecho de integrarlo en la vida familiar como una rutina más, aunque el tipo de actividad pueda ir variando a medida que crecen y se hacen mayores”, explica la especialista.